En base a la magnífica novela de Susan Hill, la historia se
desarrolla en un teatro de Londres, en el año 1940… pero se remonta al pasado y
hacia Crytthin Grifford, a cientos de kilómetros de la ciudad…
Arthur Kipps, es un joven atormentado. Abogado de profesión,
tiene una terrible historia que contar. Sólo así, logrará evitar que muchos
caigan bajo la maldición de la dama de negro…
Está seguro que nadie le creerá. Entonces construye una
estrategia para ser oído: contrata a un director de teatro, y hace que su
historia se transforme en una obra de teatro… Así, los espectadores tendrán la
oportunidad, de conocer la leyenda hasta el final… Luego, sacarán sus propias
conclusiones.
Claro que Arthur no es actor… Por ello, es el Director el
que propone un cambio de roles. Él pasará a ser Kipps, mientras que el abogado
lo ayudará interpretando los múltiples personajes que lo rodearon en sus
vivencias…
Soy Arthur Kipps, pero me he transformado en tantísimos
personajes a los efectos de que se entienda cuál es mi historia.
Todo comenzó cuando mi jefe, me ordenó ir a Crytthin
Grifford.
- ¿Conoce la propiedad Eel Marsh… la casa de Drablow?.
– Bueno, algo
he oído al respecto.
- Debe quedarse y ocuparse de todo. Ordenar las
pertenencias de la Señora Drablow y cualquier tipo de documento que pudiese
encontrar, recuperar todos los papeles privados, sean los que sean, donde sea
que estén… y luego...
- ¿Y luego?
- Luego, pondrá la casa en venta. Nos pertenece
Nadie quería que Arthur se quedara en Crytthin Grifford. En
el pueblo, está latente una leyenda. El arribo del abogado, ante la muerte de
Alice Drablow, implica el inminente riesgo de la reaparición de la dama de
negro…
Bill
es el conserje del hotel de Chrittyn Grifford. Resalta los titulares del
diario: “Una niña gitana casi es destrozada. Un extraño que merodeaba por el
lugar, la rescató valientemente”
"–Es lo que escuché.
–Usted, lo escuchó, señor Kipps? No
debería haberse involucrado. Demasiados gitanos por ahí…”
El reverendo Greet, hace la última bendición sobre el inerte cuerpo
de Alice Drablow: “… Tierra a la tierra, cenizas a las cenizas, polvo al polvo.
Con la segura y cierta esperanza de la resurrección en la vida eterna es a
través de nuestro Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo de estado de
bajeza hacia un estado de perfección, de acuerdo al maravilloso mecanismo donde
EL es capaz de someter todas las cosas a SI mismo. Amén”
Keckwick, el extraño conductor del carruaje que lo lleva a
la casa Eel Marsh, en pleno pantano, le dice: “…. Agudice el sentido de la
percepción, Arthur.
Esté atento. Demasiadas vidas se han perdido ya…”
Sam Toovey, su nuevo amigo, se lo preguntó:
¿Cree en
fantasmas?
–Nunca lo he hecho.
-¿Por qué no?
–Entonces es
un escéptico.
-¿Yo? Bueno, lo era hasta hoy. Ella… la dama de negro… era
bastante real, sentí que pude haberme acercado y tocarla.
Al final, Arthur entiende por qué no debía estar en Chrittin Grifford. Llora desconsoladamente ante Sam, al darse cuenta:
- ¡No! ¡No! No! Dígame que no es cierto... que nada les pasará a ellos...
Su familia. Su vida. Todo ahora estaba alcanzado por la maldición...
“De alguna manera, siempre hay un niño que muere. Enfermedad
o accidente. Sucede al poco tiempo. La dama de negro, es insaciable…”
Maravillosa historia de fantasmas, que permitió descubrir en mí, las múltiples facetas que exige un actor de carácter.